sábado, 27 de febrero de 2010

¿La carrera de música es apreciada en la sociedad?

Me gustaría empezar este artículo llamando la atención a aquellas personas que consideran que la carrera de música es una pérdida de tiempo, para decirles que estos estudios no son actividades extraescolares como judo o baloncesto ( que por otra parte me parece muy bien que se practiquen) sino que va mucho más allá.


En primer lugar, las personas que deciden ser músicos tienen que dedicarse en cuerpo y alma al instrumento (o sea practicarlo 2 o 3 horas al día) desde que empiezan sus estudios musicales, hasta que lo dejan (en algunos casos hasta la muerte).


Como sé que puedo aburrir con tantas explicaciones, os contaré una historia.


En un pueblo de Jaén, un niña llamada Elisa nace en el seno de una familia de clase media, hija única de una matrimonio de músicos aficionados que tocaban en la banda del municipio.


Desde muy pequeña se interesó por la música, ya que sus padres se la llevaban con ellos a los conciertos, pasacalles, procesiones…Por esa razón su madre decide que la niña con 6 años empiece sus estudios musicales con un hombre llamado Jacinto, (amigo de la familia y que era músico de la banda municipal) en la casa de éste. Estuvo unos 3 años dando solfeo y aprendiendo a tocar el clarinete. Como la niña avanzaba muy rápido y su nivel era cada vez más alto, su madre pensó en que se presentara a las pruebas de acceso del conservatorio profesional de Jaén. Aprobó y entró al conservatorio a la edad de 9 años, pero con la especialidad de oboe (ya que de clarinete no quedaban plazas). Además en ese mismo año, se incorporó en la banda de música de su pueblo.


Fue muy difícil compaginar los estudios de primaria, secundaria y de bachillerato con los del conservatorio porque tenía mucho que estudiar en poco tiempo ya que tenía que desplazarse 25 kilómetros desde su casa al conservatorio cuatro veces a la semana.


Algunos años tuvo que comer en el coche (mientras el viaje de ida) ya que empezaba las clases a las tres de la tarde y el instituto terminaba a las 2 y media del mediodía. Una vez que llegaba a su casa a las 10 de la noche, (después de estar toda la tarde en clase, de tres a nueve, sin descansos) se tenía que poner a estudiar y a hacer los deberes de matemáticas, física, química, lengua….


Además, dormía sólo 6 horas al día, renunciaba a todas las salidas con los amigos, las fiestas, las excursiones, viajes de fin de curso. Estudiaba de 10 a 12 horas al día los fines de semana, (impensable salir los sábados y domingos) es decir, dejar a un lado el ocio. Ella sabía que no disfrutaba la juventud como otros jóvenes, pero siempre dentro de ella sabía que la música era lo suyo, lo que amaba y con lo que disfrutaba. En fin, aunque parezca mentira, era su momento de relajación.


Después de estar diez años en el conservatorio, terminó los estudios de grado medio pero aquí no acaba la historia sino que tuvo que presentarse a Madrid, Córdoba y Zaragoza para acceder a los estudios de superior que duran cuatro años más. Finalmente, aprobó el examen en Zaragoza con muy buena puntuación.


En la actualidad es profesora de oboe en el conservatorio superior de Oviedo.


Como habéis podido leer, os parecerá a algunos una vida como otra cualquiera y a otros una llena de obstáculos y merecedora del reconocimiento en la sociedad. Pero si te consideras un verdadero músico, este día a día es una oportunidad que no debes dejar escapar.


Por eso, a la pregunta ¿la carrera de música es apreciada en la sociedad? Creo, en mi opinión, que todavía la gente no la conoce y por eso no la aprecian y deciden ser indiferentes a ella.

sábado, 20 de febrero de 2010

Comentario sobre Jill Price, la mujer que no puede olvidar.


Según lo que he leído y visto en el video, la hipertimesia es un fenómeno increíble, que no le pasa a cualquier persona "normal". En un principio, la verdad, es que creía que este artículo contaba una historia irreal. Pensaba que era para dar publicidad a esta mujer, porque si lo analizamos detenidamente, todas las personas recordamos alguna fiesta o momento inolvidable de nuestra niñez, juventud, madurez...


Creo que esta mujer ha conseguido ese don de memorizar con facilidad, gracias a que ha escrito todos los días de su vida en un diario. Gracias a él, puede recordar lo que pasó hace 10 años por ejemplo, de ahí que ésta, pudo haber desarrollado su cerebro más que otras personas.

Mi escepticismo desapareció cuando ví el video que viene adjunto al artículo. En él, aparece un documental sobre Jill en el cual, una presentadora de televisión se dedica a ponerle en una pantalla, algunos capítulos de una serie de los años 80. Con esto, la locutora, después de mostrarle a la mujer esa pequeña secuencia, le pregunta en qué día y año se emitió. Ella, sin ningún problema ni duda, responde diciendo la fecha exacta. Realmente me quede fascinada por ello.


Jill Price, gracias a que tiene un cerebro tan desarrollado, se puede permitir recordar todo lo que le ha pasado a lo largo de su vida, no lo dudo, pero, lo que me parece sorprendente es que no memorice con facilidad las fechas que se estudian en historia o en cualquier otra asignatura. Se ve, que solo recuerda, lo que realmente le interesa.

lunes, 15 de febrero de 2010

El carnaval en Malagón.


A lo largo del año se celebran muchas fiestas como navidad, las ferias, pero en mi opinión no hay una tan entretenida y divertida como es el carnaval.

Es un tiempo de alegría, de ingenio ya que tienes que diseñar un traje (aunque la mayoría lo compren), para lucirlo.

En Malagón desde hace unos siglos, se suele ir a la sierra “los moros” el jueves anterior al carnaval para festejar el “jueves lardero” que es una tradición en la que se juntan amigos, familiares para conmemorar que Don Carnal está por llegar para combatir con Doña Cuaresma.

Al día siguiente por la noche, se realiza el pregón que dará comienzo a la festividad.

Ese sábado de la misma semana, a las cuatro y media de la tarde, comenzarán a salir por las calles del pueblo las carrozas tanto malagoneras como las de otros municipios cercanos al nuestro, premiando a las mejores y a las más originales.

El domingo, lunes y martes todos nosotros tenemos una cita en las distintas plazas (el remedio, la cruz verde y el santo) de la población para bailar y dar a ver nuestros disfraces y en el mejor de los casos ganar un premio.

La mayoría de las personas del pueblo lo celebran a fondo formando peñas, charangas que no solo se unen para salir en carnaval. Suelen enmascararse todos igual o bien cada uno con una vestimenta sobre el tema elegido.

Lo que se requiere para montar estos grupos es mucho tiempo y dinero. Se necesita dedicación para hacer carrozas. La manufacturación de trajes es una tarea que se lleva a cabo en muchas comparsas (aunque cada vez menos) y que por lo tanto es imprescindible una serie de costureras ( en la mayoría de los casos madres o abuelas que emplean muchas horas delante de una máquina de coser). Por lo que podemos decir que tanto sastres como “enmascarados” tienen que gastar muchos días fabricando y tomando medidas para que el disfraz sea perfecto.

Aunque halla tanta gente con un gran sentido del humor, también hay otros muchos que no viven el carnaval y deciden ser indiferentes a él porque piensan que es una pérdida de tiempo.

Esta celebración concluye con el entierro de la sardina, que es como una procesión en la que ésta va a ser quemada en la hoguera como símbolo del final del carnaval. Durante todo el recorrido una charanga de músicos van tocando en vez de marchas de procesión, pasables conocidos para evitar que la pena sea mayor.

Pienso que es una festividad en la que puedes ironizar sin límites, porque es el único momento del año en el que te puedes reír de lo que sabes que es un problema (como la crisis económica), de lo que te parece incorrecto o simplemente de la mala gestión de un político, sin tener en cuenta la falta de respeto o la crítica de las demás personas.

Por eso hay que disfrutarlo a fondo porque no solo te sirve para pasarlo bien sino para ser realmente uno mismo dejando a un lado por unos días el sentido del ridículo.